jueves, 29 de septiembre de 2016

Toda la vida


Te quiero toda la vida, en cualquier momento de ella, 
por ella caminaré queriéndote. No importa que el olvido nos absorba, yo lo venceré, como se vence a la muerte... Escribiendo.

Siento y estoy seguro que estoy vivo, sólo en ese intervalo de tiempo, en que te miro, te admiro, que no es trivial, que no es banal, ni es eterno. Tan especial, para esta luz de soledad de mi camino.

Ven y siéntate conmigo, tengo miedo,
mas no vengas si se te escapa y arrastra el tiempo, 
ven para celebrar mi vida y hacerme creer en ti,
del modo que intento yo, para ser uno y también dos que hablan del amor.

Juan D.P. Sep 29/31


martes, 20 de septiembre de 2016

DE CAMINO A CASA


Luego de salir de la casa de mi amigo poeta, Demian. Caminé rumbo a casa, la cual quedaba a las afueras del pequeño pueblo, el pueblo de mi infancia, lo conozco tan bien, que si fuera ciego podría caminar con confianza largas distancias sin perderme. Caminaba tranquilo, pensando en llegar a descansar, con el sol cayendo, y en cada minuto haciéndose más oscuro, sentí la presencia de un individuo pisando los pasos que iba dejando. Con algo de incomodidad miraba constantemente hacía atrás, mientras aceleraba el ritmo. Cuando me adentré a la zona rural, tuve terror, mi paranoia se había convertido en pasos reales y una sombra que se difuminaba entre las ramas del pequeño camino se hacían cada vez más visible. Sin más, me vi corriendo y saltando obstáculos de piedras y pedazos de raíces que brotaban de la superficie del suelo, con mi corazón a punto de estallar de pánico, mire de reojo a una persona corriendo detrás de mí, haciendo sonidos extraños, alguien venía por mí, alguien quería hacerme daño. Lo noté por la expresión de su rostro, fue un instante de tiempo cuando corría, supe entonces, que algo estaba muy mal. Su expresión en los ojos, nunca podría explicar de manera exacta para el lector, esta descripción en su tiempo será siempre pobre, pero si de consuelo sirve, la gesticulación de su mirada y el contorno de su rostro, no era humano, no era un rostro, estaba huyendo de una presencia diabólica.
Decidí desviarme repentinamente y subí una montaña para intentar perderlo, lo hice con todas mis fuerzas, lleno de total miedo, escalé esa montaña con saltos agigantados, quería perder de vista al ser que me perseguía. Al llegar a la cumbre, encontré una casa, me sentí a salvo y seguro, iluminado sólo con la luz que proporcionaba la luna, una mirada blanco y negro del paisaje. Noté que nadie más que yo estaba en aquél lugar. Rápidamente miraba hacía todos los puntos cardinales para vigilar.  Y justo cuando entraba en calma, apareció aquél individuo, caminando hacía a mí, saliendo de los matorrales lentamente, llevaba un sombrero negro que le tapaba casi todo el rostro, tenía una joroba y era muy pequeño de estatura, con esa  postura inclinada se detuvo y me dijo con voz grabe y sucia: 
- Te encontré, ahora no te puedes escapar, no puedes hacer nada.
A lo que yo respondí: 
-Sí, hay algo que puedo hacer. 
El extraño hombre pregunta con una sonrisa maligna: -¿Qué es?
Y le respondí: -Despertarme.

Juan D.P.

Un saludo desde la Atlántida
Sep 20/16

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sábado, 10 de septiembre de 2016

UN SIN SENTIDO



La pesadez en su mente fue siempre constante, pasaba bastante tiempo en silencio viendo a los demás vivir de la manera correcta, o por lo menos común, a pesar de que parecía reír mucho entre sus amigos, tenía un hoyo negro muy grande en su alma, todo lo que hacía, lo hacía por un impulso hueco de imitación, la verdad es que pienso que era incapaz ser su versión real frente a otros. Vi que era muy joven, tenía un vigor y una ternura única, lo supe una vez que le vi los ojos apuntando hacía su amada madre. Supongo que tenía unos 16 o 17 años, no lo recuerdo bien, pero que importa modificar su edad ahora, ya que el pasado es tan plástico.
Él, nunca supo quién yo era, por eso pienso que no me recordaba hasta ayer, hablamos poco en aquella hora, quizá un cruce de aladas palabras, quizá un intercambio de sonrisas, de gesticulaciones mecánicas, del protocolo de entablar una conversación sin sentido. Sin embargo, hay un momento de nuestro encuentro, que jamás olvidaré. Pero bueno señores lectores, tendría que ser un prodigio de las letras, un prospecto de Conrad, Dickens, Stevenson, tendría que hacerlos sentir lo que sentí aquél momento, como una pesadilla, que contarla no tiene nada que ver con vivir tal horror. Sin más, ahora diré el momento ápice que pase a su lado. Lo encontré junto a un árbol muy grande que ya no existe más, tenía una guitarra acústica terciada a su cuerpo, acababa de salir de casa de uno de sus amigos y me dijo lo siguiente: - Tengo miedo de morir, y de igual manera es lo que más deseo, sé que eres redactor en el diario del pueblo los domingos, por eso, te pido que escribas un día acerca mí, el día lo sabrás si escuchas y recuerdas estas palabras, hazlo tal cual me has percibido en este corto lapso de tiempo que nos conocemos, no importa el tiempo futuro en que lo escribas, y ni del momento, pues mi muerte te dará la razón para escribir.

El diario de hoy, 3 de abril del 2008, coinciden dos noticias. El suicidio de un joven guitarrista y una reseña literaria sobre la depresión.

Juan D.P.
Mayo 11/16
Un saludo desde la Altántida
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SOY ECO, SOY OLVIDO.


¿Cuál es el idioma que debo usar?
Del cual pueda alcanzar la verdad de las perdidas palabras,
El lenguaje es tan limitado para lo que se piensa y se siente.
Estoy obligado a mentir, con cada gesto, y cada frase,
Nada de eso es lo que soy, nadie podrá conocerme.
La memoria es tan espantosa y agradable,
El tacto de mis manos por el pasado crean ramas de dolor,
Nada hay bajo mi control, y nada puedo aspirar a tener,
Si es que tengo este tiempo que con cada palabra que pronunció ya está lejos de mí, la vida me va dejando.
No soy nada y tampoco aspiro ser alguien, 
Pues sé que nunca seré aunque sea nada, 
Soy menos que nada, un recuerdo fugaz en un 
minúsculo espacio de la eternidad, 
Soy eco, soy olvido.

Juan D.P.
Un saludo desde la Atlántida
Julio 24/16
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A MI MUERTE, QUIEN SOY YO.



Alguna ciudad griega me espera,
Desterrado del idilio de mi madre.
Sé que la muerte está acechándome,
La siento, la temo y la espero,
Por eso escribo este poema, 
Para ausentarme en estas letras,
Para seguir deseándola y temiéndola.

Juan D.P.
Un saludo desde la Atlántida
Agosto 08/16
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Amigos inseparables, David y Ted


-Quisiera ser real, quisiera tener un cuerpo, dijo Ted
con un tenue temor irrevocable. Su amigo David mientras escuchaba un Nocturno de Chopin, suspiró y con la mirada apuntando a la inmensidad del mar, dijo: - Amigo mío, no querrás venir a este mundo lleno de miseria y maldad.
-Siempre las mismas palabras, yo quiero experimentarlo, como un ángel en el cielo, que siente envidia del hombre, y mira desde arriba con cierto desdén y recelo. Dijo Ted.
-Que no, te digo! No seas testarudo! No tienes idea que se siente sentir el peso de estar vivo, una vez terminas de sorprenderte, debes luchar sin sentido, tan sólo te esperan días fríos, que traen oscuridad y silencio, el tiempo te arrastra con su velocidad imparable, directo a la humillación.
-No me importa, replicó Ted, debería tener el privilegio, tal como tú lo tienes y lo desprecias ahora.
David, lleno de tristeza, queriendo complacer a su amigo, y al mismo tiempo de persuadirlo, le contestó con sinceridad.
-Pero, aun así... Nunca podrás saborear el tierno y suave rose de una mandarina que humedece con sabor dulce la lengua. 
Nunca podrás oler el cuello tibio y escultural de una mujer, de igual forma, tampoco sentirás el peso en los ojos y en tu pecho de la existencia, el conocer el sufrimiento, la enfermedad y la muerte.
Por fortuna o no, seguirás siendo un pensamiento, una idea, la creación de mi mente, y en ella permanecerás como en una cárcel, hasta el día de mi muerte...
-Ted, escuchando esto, abatido en la más profunda tristeza, estremeció el cuerpo de David, y salió en forma de lágrima.

Juan D.P.
Saludos desde la Atlántida
Sep, 09/09/16
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EL MINOTAURO



En esta escala del tiempo en la que me detengo,
no he visto aquél minotauro
que dobla eternamente cada esquina del laberinto.



Me encuentro por la causalidad
en medio de la morada del toro y del hombre,
en los que mis ojos tejen y destejen este laberinto,
donde seré devorado con tal violencia,
que mi castigo es cuanto imagino.

Entonces llamo como amigo al minotauro,
que me recuerda a mi niñez, del árbol
musgoso y sus ramas firmes que no existen más
tengo esos pensamientos que me llevan
y me traen de nuevo en un viaje,
porque lo veo andando sobre mí,
porque se acerca y yo me acerco,
porque no parpadeo y pienso...
sácame de aquí y sálvame,
que alguien lance el Hilo de Ariadna,
porque tengo tanto miedo

Haré de la feroz violencia
un sesgado momento épico
si es que soy el laberinto,
si es que el híbrido soy en este momento...


Juan D.P.
Saludos desde  la Atlántida
Sep. 2016 (Medellín, Colombia)
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