domingo, 30 de septiembre de 2018

Microrrelato (Encuentro con la verdad)


Van una tras otra pisando huellas,
Pensando con segura alegría el premio final.
La meta se acerca y la vaga espera se cumple.
Son privilegiadas, todas son las elegidas.
El Pastor las defiende en el camino,
Hay muchos lobos rapases
Y será una difícil travesía.
No todas llegarán,
Pero al final ninguna se salvará...
Les dirá el Pastor en el matadero.
Un encuentro con la verdad
30/08/17/ J. P.


Reencuentro




Conocí a Natalia en la facultad. El primer año mientras el maestro emérito dictaba las clases de Derecho Romano, y yo por supuesto, sentado lo más cerca posible, me dedicaba a memorizar cada uno de sus rasgos, sus gestos, el leve juego de la luz con las formas de su rostro, y su sonrisa, esa que aún hoy continúa apareciendo en mis sueños.
Han pasado dos años desde que ella se fue, pero he vuelto a encontrarla. Por fin puedo tenerla a la mínima distancia, acercarme a su oído y susurrarle cuánto la he amado. Pero la hermosa mujer de mis sueños no responde, con dificultad logro abrir su mano fría y para mi sorpresa, allí encuentro un poema escrito por mí, fue un anónimo que alguna vez dejé de incognito en su agenda.
En la historia clínica consta el acta de defunción; un mortal coctel de antidepresivos. Leo una y otra vez este diagnóstico y la culpa me consume…Si le hubiese dicho todo a tiempo quizá su vida entera no se hubiera convertido en esa profunda soledad. Si me hubiese correspondido, si tan sólo se hubiesen rosado sus labios con los míos…Quizá yo sería más que un músico frustrado disfrazado de abogado comercialista.

(Acostumbrándome por fin a las partidas)

Juan D. Plazas.
Abril 7/16

Confesiones


Dicen que entre más años uno vive, más sensible se vuelve., por eso Whitman invitaba a bajar la mirada y enamorarse de una hormiga. Él, debió escribir eso a punto de morir, sin embargo, hay quienes la sensibilidad del alma los aíslan y abandona, pues hay en esa manera exclusiva de reproducir el mundo una emoción sin perjuicio de la felicidad o de lo no vívido. Por otro lado, Octavio Paz habló del olvidado asombro de estar vivos, algún poeta persa de cuyo nombre no puedo acordarme habló de la incesante Luna, que mira indiferente la muerte de los hombres en las cóncavas noches.
Por lo demás, debo confesar, mi perturbada existencia por esa sensibilidad que me afrenta continuamente, unas veces con sabor a felicidad y otras a vergüenza y humillación, pero todo no está acabado; el accesible descubrimiento de la lectura es una forma de la felicidad. Shakespeare dijo que el valiente muere una sola vez y el cobarde muere muchas veces; esto se debe a que el cobarde se anticipa a la muerte, la multiplica, la prolifera. Yo soy uno entre otros muchos, soy un cobarde y me estoy muriendo de miedo. Quiero pensar que hay algo de bueno en todo ese camino de espejos rotos, y es; estar preparado para el día que me visite la muerte, incluso, expectante y deseoso . Esa esperanza de morir, puede darle mucha fuerza a un hombre. Por ahora, voy a caminar por los campos y detenerme, saludaré una margarita y perfumaré mi nariz, voy a desnudar mis pies, voy a sentir mis piernas y voy a llevarme muy lejos, en búsqueda de más preguntas sin respuestas.
Por ahora, me queda el aire que sin permiso posee mis pulmones y me obsequia el milagro de la vida. Quiero ser niño otra vez, vivir en ese eterno presente, levanto mi mirada para ver luces vivas de estrellas ya muertas, toco con dos dedos la Luna Llena, esa Luna expectante, esa que lo ha visto todo. Así ha sido siempre... “Luna, espejo del tiempo”.
Tendré frentes juntas y manos enlazadas. Oleré su aroma, que está entre el cuello y la sombra de su cabello. Voy a saltar al vacío, ya aparecerá el suelo...
Julián Pino