miércoles, 25 de enero de 2017

UNA CIUDAD ME CAMINA

Vengo de aquella ciudad de donde nadie conoce a nadie, estoy de vuelta a la siempre y continua indiferencia de los que como yo la pisan. Es esta hermosa ciudad que me envenena,
Que con sus arcaicas mieles me sube al jardín de mis delicias.
Ya habló un alemán de ella, ya pensó con generosa tristeza que no es más una aldea, ya pienso hoy que ella es alguien que me separa y me prolifera. Detrás de cierta puerta habrá un antiguo Rey normando esperando el golpe, el duro hierro no deja de tatuar cicatrices, ellas no me llevarán al tan anhelado olvido. 
Esa cosa tan pronunciada, pero ya casi irreconocible. 
Juan D.P. Enero 26/17


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