Ni la intimidad de la noche lluviosa de tu ventana,
Ni la dura cama en que dormía, entre la vaquita y
el violín
Ni la sucesión de tu temprana vida junto a la mía,
se empalidecerán en mi memoria
Cómo volver a ver tu pelo enrizado y tu brazo
marcado.
Mujer admirablemente colocada y encumbrada en mi
pecho
Quieta y resplandeciente, acostada, era yo el guardián
de tu ensueño.
Porque yo estuve al lado mil noches de vigilia en
tus brazos,
Pero ahora sólo eres en sueños, como algo que la
memoria elige.
¿Me darás tu risa desde esta noche hasta la mañana?
Observaré por última vez tus ojos enamorados y mi
nombre en tus labios,
Te veré por primera vez y para siempre,
Para que mis yerros, mis despertares y el tiempo,
desbaraten lo que tuve, y ahora ya no tengo.
Juan P, 29, diciembre. 2020.
12:02a.m.
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