jueves, 22 de agosto de 2019

NAO



En el bosque, bajo la luz de la luna
De pronto apareciste tú,
Hermosa, silente y ajena

Estaba sin embargo, intacta
En mi memoria, cicatriz cuan preciosa.

Mi arco tensé y lo intenté sobre ti:
Sí, Palabras,
Como luciérnagas veloces en el ocaso,
Como una red para cesar la bruma
Extraña, tibia, boca de fresa, tú.

Pero con tu sangre
Ninguna hoja fue manchada
Entre una y otra verdad saltaste.
Entre arbustos, de mi vista te perdiste
Más veloz que la hoja obsesiva de mi flecha.


Otra vez,
Mis ilusiones no alcanzaron a ser poesía.

Indemne, ilesa, inmutable,
Sobre la copa de un árbol,
Pero con sinceros chispazos en los ojos
Aparecías diciendo a medianoche:
¡Vamos, inténtalo de nuevo!
 ¡No te vayas, tierno verdugo!

Frustrado,
Cual cazador observa alejarse una cierva herida
Bajo el espantoso frío plateado,
De una luna que ya no era mi amiga,
Quise continuar,
Procurando cada noche un nuevo elixir,
Reclutando en ellos nuevas letras
Para envenenar el filo mortal de mis saetas.

Quizás yo, pronto seré
Un gran mago, un alquimista,
El más legendario de los arqueros poetas.

Quizás tú, una noche, sola,
Y rendida ante el deseo,
Te dejes caer
Bajo un flechazo,
A quemarropa…



Agosto 22,19. 
Juan P.